El oficialismo cubano reconoció que los precios de muchos alimentos en Cuba están inalcanzables y hasta dieron ejemplos de cómo un pan con guayaba es el 10% de una jubilación en la isla. La lucha contra los precios en Cuba parece una batalla perdida, según reconoció esta semana una nota oficial del diario matancero Girón. 

Según el reporte, las estrategias implementadas para frenar la escalada de los precios en Cuba han resultado ineficaces ante un escenario económico cada vez más adverso, donde adquirir productos básicos se convierte en un lujo para muchos, especialmente para los jubilados.

Hoy, un simple pan con dulce de guayaba puede representar hasta el 10 % del salario mensual de un pensionado, evidenciando el grave deterioro del poder adquisitivo en el país. Por ejemplo, si la jubilación fuese de 1500 pesos, un pan de este tipo, vendría costando unos 150 pesos: algo tan básico, como eso.

Esta cifra, aunque simbólica, ilustra una realidad desgarradora: vivir se ha vuelto una carga pesada, sobre todo para quienes subsisten con ingresos fijos y bajos, como los ancianos retirados que no tienen familiares cercanos o no reciben ayuda desde el exterior.

Pese a que el Gobierno cubano ha aprobado topes de precios y nuevas resoluciones desde las administraciones locales, su efecto ha sido prácticamente nulo.

Estas medidas, lejos de frenar los abusos, terminan siendo burladas o ignoradas, generando frustración tanto en la población como en los entes reguladores o sea, los inspectores.

Precios en Cuba: la jubilación es una miseria, aseguran

El mercado cubano, caracterizado hoy por una aparente anarquía comercial, ha dejado el terreno fértil para que los nuevos actores económicos —muchos vinculados al sector privado— tomen protagonismo y los precios de los alimentos en Cuba suban sin freno, dejando a la jubilación como un simple adorno.

Desde el oficialismo dijeron que son los privados quienes mediante la importación de productos terminados, logran abastecer parcialmente la demanda de alimentos en Cuba, aunque a precios que siguen siendo inalcanzables para amplios sectores.

Mientras tanto, el sector estatal, que antaño ofrecía opciones gastronómicas asequibles, también ha cedido ante la inflación, reflejando precios similares o incluso superiores a los del sector privado, sin una mejora sustancial en la calidad del servicio o del producto.

Los más afectados: los de siempre. Personas mayores, trabajadores del salario mínimo y familias con niños que viven en carne propia la impotencia de ver cómo sus ingresos se desvanecen sin alcanzar siquiera una dieta básica.