El gobierno de Venezuela redujo al mínimo histórico sus envíos de petróleo a Cuba este año. De allí la interminable crisis de combustible en la isla y los incontrolables apagones. Venezuela exportó en junio la menor cantidad de petróleo a Cuba desde que comenzó el suministro bilateral en el año 2000, según datos a los que tuvo acceso la agencia Reuters a través de registros internos de PDVSA, la petrolera estatal venezolana.

En el sexto mes del año, los despachos a la Isla alcanzaron apenas 8.000 barriles diarios (bpd), por debajo del récord mínimo anterior registrado en enero de este mismo año, cuando se reportaron menos de 10.000 bpd.

Para ponerlo en contexto, en diciembre de 2024 Venezuela había enviado 29.000 bpd, y el promedio del año pasado fue de 32.000 bpd, muy lejos de los 56.000 bpd contabilizados en 2023.

Este desplome sostenido en los suministros refleja una priorización de los mercados asiáticos por parte de Caracas, en especial China, a donde han ido a parar el 90% de las exportaciones venezolanas de crudo en junio, frente al 75% del mes anterior. En total, Venezuela exportó 844.000 bpd, un 8% más que en mayo.

A pesar del aumento global en las exportaciones, Cuba ha quedado al final de la lista, tal como ya lo había advertido el experto energético Jorge Piñón en 2024, al indicar que la Isla estaba siendo relegada por PDVSA.

La crisis energética cubana ha empeorado a raíz de esta reducción, generando apagones históricos que afectan a millones de ciudadanos.

El impacto es evidente: según la Unión Eléctrica (UNE), 99 motores de generación distribuida no podían operar este 2 de julio por falta de diésel, y se registró un nuevo récord negativo de 1.907 MW de déficit energético, la cifra más alta de los últimos años.

Esta situación contrasta con las promesas oficiales de mejoras en el servicio eléctrico a partir de julio, mediante la reparación de termoeléctricas y el uso de energía solar.

La reducción de los envíos de petróleo desde Venezuela a Cuba marca un hito crítico en la relación energética entre ambos países, iniciada hace más de dos décadas bajo acuerdos políticos preferenciales.

La caída acentúa la crisis estructural del sistema eléctrico cubano, sin que hasta ahora el Gobierno ofrezca una solución sostenible o alternativa creíble, cuando el verano está en marcha y la promesa de la disminución de los apagones no se cumplió.