¿Las tiendas cubanas volverán a estar abastecidas gracias a la inversión extranjera?

La escasez de bienes de primera necesidad en Cuba está lejos de resolverse, y por el contrario a veces pareciera agravarse. Ni siquiera las tiendas en MLC están bien abastecidas como pueden pensar muchos de los que no pueden acceder a ellas.

Las autoridades gubernamentales no parecen tener una solución a corto plazo. Se han dado a la tarea de adoptar medidas limitadas y dispersas a fin de contrarrestar el fenómeno.

Desde hace mucho tiempo, no pocos se preguntan por qué si el gobierno cubano es incapaz de sostener una oferta constante en las tiendas y comercios de la isla no deja que el capital extranjero asegure esos suministros y luego le cobra impuestos a esas empresas, como sucede en la mayoría del mundo. Ello garantizaría la permanencia de alimentos y bienes de primera necesidad en los estantes de la isla.

Sin embargo, hace solo unos días desde la televisión nacional se anunció que tanto el comercio minorista como mayorista se abrirán también a la inversión extranjera. Una medida que, enunciada así parece ir en la dirección correcta, pero como veremos está plagada de entuertos y limitaciones.

Qué dicen los economistas

Varios economistas han explicado que estas medidas son todavía muy limitadas si lo que busca es resolver el problema urgente del desabastecimiento. Van en la dirección correcta pero con pasos muy cortos.

Según el investigador cubano Mauricio de Miranda Parrondo es prioritario eliminar el monopolio estatal sobre las actividades de comercio interior y exterior. “Lo cual significa que tanto empresas privadas como cooperativas nacionales o extranjeras, puedan dedicarse a ellas y contribuyan al presupuesto de la nación a través del sistema tributario”.

Al analizar las nuevas medidas que impulsará el gobierno de la isla Miranda argumentó en La Joven Cuba:

“No existen razones que sustenten que las empresas estatales estén en mejores condiciones para desarrollar las actividades comerciales externas, que en la inmensa mayoría de los países son atendidas por empresas privadas, y en algunos casos también por cooperativas”.

¿Un giro importante?

Las nuevas transformaciones que se impulsarán marcan incluso un giro en torno a la retórica oficial. Algo que evidencia la gravedad de la situación actual en Cuba.

En el último congreso del Partido Comunista Raúl Castro se mostró contrario a la posibilidad de que cadenas extranjeras tuvieran representación en Cuba. El general aludió que ello minaría el carácter socialista de la revolución.

Sin embargo, a juicio de Miranda:

“Los decisores en Cuba están apegados a la falacia de considerar socialistas a las empresas estatales, cuando en realidad no lo son porque la sociedad, que en teoría es su propietaria, carece de las posibilidades de hacer valer su propiedad con el control de su gestión. Pretender que se mantenga el modelo de economía centralmente administrada, cuando existen evidencias de que en lugar de promover el desarrollo lo frena, es asegurar la persistencia del subdesarrollo, el deterioro del nivel de vida de la población y el aumento de la sangría migratoria”.

A juicio de Elías Amor ” lejos de despejar las condiciones operativas, las van a hacer más confusas, autorizando a determinadas inversiones extranjeras y a otras no, y priorizando lo que se tiene que hacer en base a decisiones políticas y discrecionales, lo peor que le puede ocurrir a una economía”.

Dogma contra realidad

Tal y como otros economistas han señalado anteriormente prima un enfoque dogmático basado en las expectativas de que la economía centralizada tiene que funcionar por fuerza. Se trata de acomodar la realidad a la política y no viceversa. Sin embargo la vieja mentalidad sigue siendo la que conduce el país.

“El principal ‘nudo’ del comercio interior de Cuba es la creciente incapacidad del sector estatal para asegurar la contrapartida material (circulación minorista) necesaria para poder tener crecimiento no inflacionario”, valoró Pedro Monreal desde su cuenta de Twitter. No obstante, señala que “no se explica de qué manera pudiera evitarse que refuerce institucionalmente la ‘mentalidad importadora’, debido a la incapacidad de respuesta de la oferta nacional”.

“La devaluación de 2300% del peso cubano en 2021 se suponía que aumentaría la competitividad de la producción nacional, pero los supuestos irreales, la incorrecta secuencia y la falta de coherencia del ‘ordenamiento’ no permitieron materializar un plan que se fue a la deriva”. Así reflexionó sobre la reforma económica emprendida desde el 1 de enero de 2021.

Que las nuevas medidas anunciadas se apliquen y arrojen los resultados esperados está por verse. De momento los cubanos aguardan cualquier cambio que asegure de manera estable productos tan esenciales como aceite, leche, huevos y pollo.