El gasto del consumidor cayó en abril tras el alza anticipada de marzo por miedo a los aranceles; la inflación también se ralentiza.

Primeros efectos tras la imposición de nuevos aranceles

Los estadounidenses gastaron menos en abril, según datos oficiales del Departamento de Comercio publicados este viernes. El gasto del consumidor apenas creció un 0,2 %, frente al 0,7 % registrado en marzo, cuando muchos se apresuraron a comprar antes de que subieran los precios por los nuevos aranceles impulsados por Donald Trump.

Ese repunte de marzo se vio especialmente en la venta de automóviles nuevos, pero la tendencia se desinfló en abril. La ralentización no solo afecta a las compras individuales: también repercute en el transporte comercial. El Puerto de Oakland, por ejemplo, reportó una caída del 14,7 % en el volumen total de carga, reflejo de una menor actividad económica.

Inflación más baja, pero sin celebración

La inflación también mostró señales de enfriamiento. El índice de precios del Gasto de Consumo Personal (PCE), el indicador favorito de la Reserva Federal, se ubicó en el 2,1 % en los últimos 12 meses hasta abril. Aunque sigue apenas por encima del objetivo del 2 %, representa un descenso frente al 2,3 % de marzo.

En términos mensuales, los precios subieron un modesto 0,1 %, después de haberse mantenido sin cambios el mes anterior. Las previsiones eran algo más altas: un 0,2 % mensual y un 2,2 % interanual, según estimaciones de FactSet.

La inflación actual es la más baja desde septiembre de 2024, pero no ha sido suficiente para aliviar la presión sobre los hogares, que enfrentan precios elevados, salarios estancados y cada vez más incertidumbre económica.

El impacto de las políticas comerciales de Trump

Aunque algunos de los aranceles más duros han sido suspendidos o anulados tras una decisión del Tribunal de Comercio Internacional, el daño ya está hecho. Muchas empresas adelantaron compras y acumularon inventarios para evitar los efectos de los aranceles, lo que disparó temporalmente la demanda en marzo.

Sin embargo, en abril, la realidad alcanzó tanto a empresas como a consumidores. La inestabilidad generada por los vaivenes en las políticas de Trump ha comenzado a pasar factura. Algunos fabricantes y minoristas intentaron absorber los primeros aumentos de precios, pero no podrán mantener esa estrategia mucho más tiempo.

Ahora, con menos poder adquisitivo y más incertidumbre, los estadounidenses recortan sus compras. La pregunta clave es cuánto más podrá resistir el consumo —motor de la economía— antes de que se resienta gravemente el crecimiento.