Gobierno cubano destina más del 50% de la inversión en turismo mientras La Habana se cae a pedazos

Díaz-Canel llama a “poner orden” en la capital, pero los datos oficiales muestran que el dinero va a hoteles y no a servicios básicos.

En 2023, la mitad de la inversión total en La Habana se destinó a hoteles, servicios empresariales y actividades inmobiliarias, según reveló el economista Pedro Monreal a partir del Anuario Estadístico Provincial publicado por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI).

El gráfico compartido por Monreal evidencia un contraste alarmante: mientras el sector turístico absorbió más del 50% de los recursos, apenas un 4,7% se invirtió en suministro de electricidad, gas y agua, y menos del 1% en salud, educación o servicios comunales.

En términos relativos, eso significa que el gobierno gastó 10 veces más en hoteles que en energía y agua, y más de 70 veces más que en servicios comunales.

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“¿Qué podía salir mal?”, ironizó Monreal, quien además cuestionó la falta de responsabilidad de las autoridades: “Ahora se menciona la desidia como causa de los graves problemas de La Habana, pero no parece que en el relato oficial eso se refiera a la negligencia del gobierno central ni local”.

Un llamado que encendió la indignación

Las declaraciones del economista coincidieron con el más reciente discurso de Miguel Díaz-Canel, quien pidió “ordenar las cosas en La Habana” en medio del caos urbano que asfixia a la capital. Desde su cuenta de Facebook, el gobernante reconoció la “situación compleja” por “el bloqueo y la desidia”, e instó a las instituciones, organismos y hasta a las Fuerzas Armadas a sumarse a labores de limpieza y control.

Pero la respuesta ciudadana fue contundente. Miles de usuarios respondieron con críticas y sarcasmo. “Si quieren limpiar, empiecen por el Consejo de Estado”, escribió un internauta. Otro resumió el sentimiento general: “No se puede vivir de discursos. Si quieren ordenar algo, empiecen por ordenar su salida del poder.”

La capital del abandono

El contraste entre los números de inversión y la realidad visible en las calles habla por sí solo. La Habana se hunde entre apagones de más de 12 horas, escasez de agua potable, montañas de basura sin recoger y edificios al borde del colapso.

El deterioro es tan evidente que, en los últimos meses, se han multiplicado los derrumbes, los brotes de enfermedades y las protestas vecinales en barrios como Centro Habana, Regla y Diez de Octubre. “Hay barrios donde los niños juegan entre moscas y desperdicios. El olor es insoportable y las enfermedades están al alza”, contó una vecina a medios locales.

Mientras tanto, el Estado mantiene la construcción de nuevos hoteles de lujo con baja ocupación. De acuerdo con cifras oficiales, la llegada de turistas cayó un 15% en lo que va de 2025, y la ocupación promedio de los principales hoteles de la capital no supera el 30%.

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Una política económica sin rumbo

Monreal advierte que el problema va más allá de la gestión local. La estructura de inversión nacional sigue concentrando recursos en sectores improductivos mientras las áreas esenciales colapsan. “Se formaron ‘grupos de trabajo’ para atender los problemas de la ciudad, pero ¿para qué sirven entonces los 1.335 delegados municipales, los 140 provinciales y los 72 diputados nacionales de La Habana?”, cuestionó el economista.

Esa duplicación burocrática, unida a la falta de prioridades reales, ha generado lo que muchos analistas describen como una ciudad en ruinas con políticas de escaparate. El Estado gasta millones en infraestructura turística mientras deja sin fondos la electricidad, el agua, el transporte y la vivienda.

Entre la retórica y el colapso

El llamado presidencial a “rescatar el orden” terminó siendo percibido como un ejercicio de propaganda. Los ciudadanos, cansados de los mismos discursos, ven en esas palabras una forma de trasladarles la culpa del desastre.

“No hay combustible para recoger la basura, pero sí para las caravanas políticas”, comentó un internauta. Otro resumió la paradoja: “Nos piden limpiar las calles, pero no limpian el sistema”.

Un país que se desmorona

La Habana, símbolo histórico de la nación, se ha convertido en el espejo de la crisis estructural de Cuba. Entre edificios en ruinas, basureros desbordados y hoteles nuevos sin turistas, el contraste es insostenible.

Mientras el gobierno destina la mitad del presupuesto a la industria turística, los habaneros viven en la oscuridad, el hedor y la desesperanza.

Y cuando el mandatario pide “ordenar las cosas”, la respuesta del pueblo vuelve a ser la misma: “No se puede vivir de discursos.”

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