Durante décadas, las Bermudas han alimentado teorías y especulaciones. Su presencia estable sobre el nivel del mar, en una región sin volcanismo activo reciente, siempre resultó difícil de explicar.
Hoy, una nueva investigación científica aporta claves concretas para entender por qué estas islas siguen emergidas.
Un estudio publicado en la revista Geophysical Research Letters analizó en detalle lo que ocurre bajo el archipiélago.
Los resultados apuntan a una estructura geológica poco común que actúa como soporte desde hace millones de años.
La explicación se aleja de mitos y se apoya en datos medidos en el interior de la Tierra.
Una estructura oculta bajo el archipiélago
Las Bermudas se ubican en el Atlántico Norte, dentro del área conocida como Triángulo de las Bermudas. A diferencia de otras islas oceánicas, no muestran volcanes activos ni señales recientes de actividad magmática. Pese a ello, no se han hundido con el paso del tiempo.
Para entender este fenómeno, los investigadores analizaron ondas sísmicas generadas por grandes terremotos ocurridos en distintos puntos del planeta. Estas ondas, al atravesar el subsuelo, permiten detectar cambios en la densidad y composición de las rocas profundas.
El análisis reveló la existencia de una capa adicional de roca bajo las Bermudas. Esta formación tiene un espesor cercano a 20 kilómetros y se sitúa entre la corteza oceánica y el manto terrestre, una posición clave para influir en el relieve.
Un soporte menos denso que empuja hacia arriba
Según el estudio, esta capa es ligeramente menos densa que el manto que la rodea. La diferencia es pequeña en términos absolutos, pero suficiente para generar un empuje sostenido hacia arriba durante millones de años.
Ese efecto explica por qué el fondo marino en la zona de las Bermudas se encuentra entre 400 y 600 metros más alto que en regiones vecinas del Atlántico. No es necesario invocar calor profundo ni una pluma activa del manto para justificar esta elevación.
Este dato resulta llamativo porque rompe con el modelo clásico aplicado a islas como Hawái, donde el relieve se asocia a una fuente caliente profunda aún activa.
Una herencia del pasado volcánico
Los científicos sitúan el origen de esta estructura entre 30 y 35 millones de años atrás, cuando la región sí experimentó actividad volcánica. En ese periodo, parte del magma no logró salir a la superficie.
Ese material quedó atrapado bajo la corteza, se enfrió y se solidificó. El proceso modificó la litosfera y creó una base rígida y estable, conocida como subplacado, que sigue sosteniendo al archipiélago en la actualidad.
Aunque el vulcanismo desapareció, la “huella” geológica permaneció. Esa herencia explica por qué las islas no han sufrido un hundimiento significativo desde entonces.
Datos que refuerzan la explicación
El estudio señala otro aspecto curioso: en la región se observa una topografía positiva combinada con una anomalía gravitatoria negativa. Esta combinación encaja con la presencia de un material menos denso bajo la corteza.
Además, las mediciones de flujo de calor en la zona muestran valores normales, no elevados. Esto refuerza la idea de que no existe una fuente térmica activa bajo las Bermudas.
Ciencia frente a leyenda
Aunque el Triángulo de las Bermudas aparece mencionado por su fama, la investigación no analiza desapariciones ni fenómenos extraños. El foco está puesto en procesos geológicos bien conocidos, ahora observados con herramientas sísmicas más precisas.
Para los autores, el verdadero interés de la región no reside en lo inexplicable, sino en su singularidad geológica. El llamado misterio se reduce, en realidad, a una combinación de estructura, densidad y tiempo.
