La provincia de Villa Clara vuelve a aparecer en los informes oficiales como referencia en genética porcina. Las cifras suenan bien y los planes se dicen cumplidos. Sin embargo, en la calle la percepción es otra muy distinta: la carne de cerdo sigue desaparecida y, cuando aparece, resulta inalcanzable para la mayoría.
Mientras los partes institucionales hablan de estabilidad genética, la inflación y la escasez continúan marcando la mesa de los cubanos. Para muchos, la distancia entre los reportes y la realidad cotidiana es cada vez mayor.
Un centro que cumple planes, pero no llena mercados
El Centro Genético Porcino La Pastora, ubicado en Placetas, cerró 2025 con el cumplimiento de su plan técnico económico, valorado en 90 millones de pesos. Según datos oficiales, produjo cerca de 2 mil cochinatas y alrededor de mil sementales durante el año.
Su director, Lorenzo Herrera Martínez, reconoció que el contexto económico ha sido complejo, aunque aseguró que la entidad intenta preservar la calidad genética de los animales pese a las dificultades para garantizar la alimentación. El centro mantiene actualmente unas 400 reproductoras, divididas entre las razas Yorkshire y Landrace, consideradas de alto rendimiento cárnico.
Del cruce de ambas razas surge el híbrido Yorkland, que las autoridades describen como robusto y eficiente. Sin embargo, esa eficiencia genética no se traduce en mayor disponibilidad de carne para la población.
Alimentación costosa y logística limitada
Uno de los principales obstáculos que enfrenta la instalación es la alimentación animal. La Pastora consume unas 6 toneladas diarias de pienso, trasladadas desde el puerto del Mariel. El proceso depende de una logística marcada por la falta de combustible y los retrasos en el transporte.
El propio director admitió que mantener estándares genéticos con una dieta irregular representa un reto. Las evaluaciones técnicas requieren condiciones nutricionales homogéneas, algo difícil de garantizar en el contexto actual.
Para 2026, el centro prevé concluir un biodigestor de 600 metros cúbicos que permitiría cubrir el 50 por ciento de sus necesidades energéticas y beneficiar a viviendas cercanas. Aunque el proyecto reduciría gastos internos, su impacto en la oferta nacional de carne sigue siendo limitado.
Criadores abandonan la porcicultura
Fuera de los centros genéticos, la realidad es aún más cruda. Muchos criadores privados y cooperativistas han abandonado la crianza de cerdos. El motivo es simple: criar cerdo dejó de ser rentable.
La escasez de pienso, los altos costos, los robos y los controles han empujado a productores a dedicarse a cultivos como frijoles, tabaco u otros productos con mayor margen de ganancia y menos riesgo. El resultado es evidente: menos cerdos, menos carne y precios astronómicos.
Mucha genética, poco impacto social
Desde el discurso oficial se insiste en el potencial exportador y en la sustitución de importaciones. La Pastora abastece a entidades estatales como Azcuba, el Ministerio del Interior y algunas cooperativas. Sin embargo, el consumidor común sigue sin acceso a un producto básico de la dieta cubana.
Mientras se resaltan reconocimientos laborales y décadas de condición de vanguardia, la pregunta persiste en la calle: de qué sirve tanta genética si el plato sigue vacío. La ciencia avanza en los informes, pero la mesa del cubano continúa retrocediendo.
