Desde este jueves entra en vigor una nueva tasa de cambio en Cuba

Las autoridades monetarias intentan ordenar un escenario que lleva años desbordado. La nueva estructura del mercado cambiario llega con promesas de estabilidad para la población y con la expectativa de atraer divisas al circuito oficial, en un contexto donde el mercado informal ha marcado las reglas.

El anuncio no parte de una situación ideal. Parte de una economía tensionada, con múltiples tasas de cambio, pérdida de poder adquisitivo y una brecha creciente entre los precios reales y los oficiales.

Estabilidad prometida para bienes y servicios esenciales

Uno de los argumentos centrales del diseño cambiario es la protección de las operaciones consideradas básicas y sensibles. Para ello, se mantienen segmentos con tasas fijas que, según el Banco Central, permitirán preservar cierta previsibilidad en los precios de bienes y servicios esenciales.

La idea es clara: evitar una devaluación brusca del peso cubano que termine trasladándose de inmediato al costo de la vida. Sin embargo, la experiencia reciente muestra que los precios no siempre responden a las tasas oficiales, sino a la disponibilidad real de productos y divisas.

La promesa de estabilidad choca así con una realidad donde muchos precios ya se forman fuera de los canales formales.

Una tasa flotante para competir con el mercado informal

El tercer segmento del mercado cambiario introduce una tasa flotante diaria, definida por la oferta y la demanda. Este espacio permitirá que exportadores y otros oferentes vendan divisas a un precio más cercano al valor real del mercado.

[ Directorio Cubano te informará diariamente sobre la tasa oficial del día establecida por el Banco Central de Cuba en nuestro habitual informe matutino. ]

El objetivo es incentivar la entrada de divisas al sistema bancario y restar protagonismo al mercado informal.

En la práctica, el éxito de este segmento dependerá de si logra ofrecer condiciones realmente atractivas frente a los canales paralelos que hoy concentran la mayor parte de las operaciones.

Sin confianza y sin fluidez real de divisas, la tasa flotante corre el riesgo de convertirse en una referencia más, sin capacidad para ordenar el mercado.

Un paquete de medidas que llega tarde

La transformación cambiaria no se presenta como una acción aislada. Se integra a un conjunto de medidas financieras, comerciales y tributarias que buscan mejorar la eficiencia general de la economía.

El problema es que muchas de estas correcciones llegan después de años de distorsiones acumuladas. La coexistencia de múltiples tasas, la falta de divisas y la informalidad no surgieron de la noche a la mañana, y tampoco desaparecerán solo con un rediseño técnico.

El enfoque gradual reduce riesgos inmediatos, pero también prolonga la incertidumbre.

MLC: continuidad, no ruptura

Otro punto aclarado es el futuro de las cuentas en MLC. Lejos de eliminarse, se anunció su estabilización y fortalecimiento progresivo, pese a los rumores que circularon en semanas recientes.

El objetivo declarado es reforzar su capacidad de compra y su utilidad real. No obstante, el MLC ha perdido valor práctico para muchos usuarios debido a la escasez de productos y a la desconexión entre su uso formal y la economía cotidiana.

La garantía de operatividad para las cuentas del sector no estatal amplía el margen de maniobra de estos actores, aunque sigue sin resolver el acceso real y sostenido a divisas.

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Marco legal y dudas abiertas

Las disposiciones jurídicas que respaldan estas transformaciones serán publicadas en la Gaceta Oficial y entrarán en vigor este jueves 18 de diciembre de 2025. Desde entonces, el Banco Central publicará a diario las tasas de cambio oficiales.

El mensaje oficial insiste en que no se busca sustituir una distorsión por otra, sino cerrar gradualmente las brechas monetarias.

La pregunta pendiente es si este esquema logrará influir en una economía donde, desde hace tiempo, los precios y las divisas se mueven al margen de los anuncios.

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