El Gobierno había asegurado que julio y agosto serían meses con menos apagones. Sin embargo, los cubanos vivieron jornadas con más de 15 horas sin electricidad.
Promesas incumplidas y explicaciones oficiales
El diario Granma defendió que existe un “programa para la recuperación del Sistema Eléctrico Nacional”. Este tiene como objetivo alcanzar soberanía energética y reducir los apagones en los meses de mayor consumo. Pero reconoció que “esa mayor disponibilidad no se logró” por la falta de gas licuado, la inestabilidad de las termoeléctricas y la escasez de combustible.
El director de Electricidad del Ministerio de Energía y Minas, Lázaro Guerra Hernández, confirmó que en julio el promedio de afectaciones fue de 15 horas y 50 minutos, y en agosto de 14 horas y 54 minutos.
El contraste entre anuncios y realidad
En mayo se prometió que los apagones no superarían las cuatro horas diarias por cliente. Apenas semanas después, esa previsión quedó en el olvido. La propia prensa oficial admitió que el déficit estructural hacía imposible cumplir con ese compromiso.
Aun cuando se incorporaron plantas como la de Cienfuegos o ciclos combinados en Jaruco y Varadero, la salida de la central flotante y las fallas de Guiteras golpearon de lleno la generación.
Un patrón que se repite cada año
Granma destacó que las fuentes renovables “cumplieron con lo previsto”, con 3,2 GWh diarios. Sin embargo, esa cifra es marginal frente a los más de 60 GWh que demanda el país. La realidad es que, al igual que en 2023 y 2024, las reparaciones planificadas y los anuncios de inversiones no evitaron que los apagones dominaran la vida diaria.
La explicación oficial cambia de un año a otro, pero el resultado es idéntico: largas horas de apagón justificadas con escasez de combustible, mantenimientos imprevistos y promesas de una solución que nunca llega.