Lo que se prometió para 2025 y lo que realmente ocurrió con el sistema eléctrico en Cuba

El país recibió a finales de 2024 un plan ambicioso para recuperar la estabilidad eléctrica en 2025. Las autoridades aseguraron que existían metas claras, inversiones en marcha y una estrategia nacional capaz de encaminar la recuperación.

Sin embargo, la realidad del año mostró un escenario muy distinto. Los apagones no solo no disminuyeron, sino que alcanzaron niveles superiores a los de 2023 y se extendieron durante semanas en varias provincias.

Lo que se prometía para 2025: un plan de recuperación amplio y sostenido

A finales de 2024, el Gobierno presentó un programa para “reanimar” el Sistema Eléctrico Nacional. La meta era garantizar suficiente generación para la economía y la población, con acciones inmediatas y otras de carácter estratégico.

El ministro Vicente de la O Levy afirmó que en 2025 se recuperarían 850 megawatts en generación distribuida y termoeléctricas que consumen combustible nacional. También aseguró que la disponibilidad promedio en ese segmento sería de 1 400 megawatts.

En materia de renovables, el Gobierno anunció la construcción de 92 parques solares que aportarían 2 000 megawatts, de los cuales 55 deberían estar disponibles en 2025. Según esa proyección, el país tendría condiciones para reducir de manera notable el apagón diurno.

Se habló además de mejorar redes eléctricas, asegurar combustible para ocho millones de toneladas equivalentes, pagar la deuda con la compañía turca de las patanas y avanzar en nuevos sistemas fotovoltaicos para miles de viviendas. La recuperación de Felton 2 también figuraba entre las prioridades.

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El discurso oficial presentaba 2025 como el inicio visible de una etapa de recuperación.

La realidad del 2025: más apagones, menos combustible y plantas inestables

Los hechos fueron diferentes. El SEN enfrentó una escasez de combustible más severa de la prevista. No se lograron los 850 megawatts prometidos, ni se alcanzó la disponibilidad de 1 400 megawatts anunciados. Al contrario, más de 1 000 megawatts de generación distribuida quedaron fuera durante gran parte del año por falta de diésel.

Las termoeléctricas continuaron con averías constantes. Guiteras, Felton, Mariel y Santa Cruz sufrieron inestabilidad recurrente. Las salidas no programadas provocaron déficits superiores a los 2 000 megawatts en varios momentos del año.

Las redes eléctricas siguieron deterioradas y las soluciones de infraestructura avanzaron lentamente. Hubo nuevas desconexiones totales del SEN, apagones de más de 24 horas y afectaciones en hospitales, industrias y servicios esenciales.

En cuanto a energías renovables, aunque se incorporó capacidad solar, la expansión no llegó al ritmo anunciado. No se acercó a los 2 000 megawatts proyectados para 2025. Su contribución redujo apagones diurnos, pero no compensó la caída térmica ni evitó los déficits de gran escala.

La reconstrucción de Felton 2 tampoco ofreció resultados para 2025. Se mantiene en obras y forma parte de un plan que va más allá de 2030.

Diferencias claras entre lo proyectado y lo vivido

El contraste entre las metas y la realidad es evidente. Mientras el Gobierno hablaba de recuperar potencia, garantizar combustible y reducir afectaciones, 2025 terminó siendo uno de los años más difíciles para la población.

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El propio ministro reconoció que 2025 fue “muy tenso”, con la mayor ausencia de combustible en años recientes. Justo lo contrario de lo que prometían las proyecciones oficiales.

Con esta referencia, las nuevas promesas para 2026 generan dudas comprensibles. Los anuncios vuelven a plantear una mejoría parcial, pero la experiencia del año confirma que los resultados no siempre acompañan a los planes del Gobierno.

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