¿Qué dijo Cuba hoy en la ONU?

La intervención de Cuba en la Asamblea General de Naciones Unidas no pasó inadvertida. El canciller Bruno Rodríguez subió a la tribuna en nombre del país para denunciar el «embargo estadounidense», reclamar un nuevo orden internacional y expresar apoyo a causas que marcan la agenda global, como Palestina y Venezuela.

En la isla la gente sigue lidiando con apagones, inflación y falta de medicamentos. En Nueva York, esas mismas realidades fueron presentadas como el efecto directo de décadas de sanciones y de una política de asfixia económica.

Embargo y sus consecuencias

Rodríguez definió el embargo estadounidense como una guerra económica prolongada, diseñada para privar a los cubanos de medios de vida y sostenibilidad. Aseguró que se ha recrudecido en los últimos ocho años con acciones extraterritoriales que afectan a bancos y empresas de terceros países, encareciendo cualquier operación con la isla.

El canciller subrayó que estas medidas complican la producción, el comercio y los servicios básicos, con impacto directo en la vida diaria. Entre los ejemplos citó cortes prolongados de electricidad, dificultad para costear alimentos, falta de medicamentos, transporte deprimido e inflación que reduce el poder adquisitivo.

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Llamado a un nuevo orden internacional

El ministro insistió en la necesidad de crear un orden mundial que garantice igualdad soberana. También desarrollo y participación real de los países en desarrollo. Pidió multilateralismo efectivo, sin hegemonías ni doctrinas de “paz mediante la fuerza”, que calificó como intentos de imponer la voluntad del imperialismo con amenazas militares.

Recordó que Naciones Unidas nació con cincuenta y un Estados miembros. Actualmente, hoy agrupa a ciento noventa y tres. Esto obliga a democratizar decisiones y fortalecer el papel de la Asamblea General.

Palestina y Venezuela en el discurso

Uno de los puntos más fuertes del mensaje fue la defensa de Palestina. Rodríguez exigió su reconocimiento como Estado miembro con fronteras previas a mil novecientos sesenta y siete. Además, pidió como capital Jerusalén Oriental, y el derecho al retorno de los refugiados. Denunció el hambre en Gaza y responsabilizó a Israel con apoyo de Estados Unidos.

También rechazó las amenazas contra Venezuela y expresó respaldo total al gobierno de Nicolás Maduro, recordando que América Latina y el Caribe fueron proclamados Zona de Paz en La Habana en el año dos mil catorce.

Cambio climático y deuda externa

Rodríguez alertó que la crisis climática está devastando comunidades y economías. Esto se debe a que los patrones de consumo del capitalismo empujan al planeta al colapso. Sobre la deuda externa de los países en desarrollo, la calificó de nueva forma de colonización, señalando que ya ha sido pagada varias veces.

Pidió establecer normas globales para regular el impacto de la inteligencia artificial y cuestionó el dominio de grandes transnacionales que, según dijo, imponen algoritmos que manipulan la conducta humana.

Cooperación médica y solidaridad internacional

El canciller defendió la cooperación médica cubana como aporte legítimo y solidario. Esta cooperación ha salvado millones de vidas. Denunció las campañas que buscan desacreditarla y aseguró que la isla mantendrá y ampliará esos programas con los países que lo soliciten.

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En su repaso por temas internacionales, reafirmó posiciones tradicionales de Cuba: apoyo a Puerto Rico, respaldo a Argentina sobre las Malvinas, solidaridad con África y el pueblo saharaui, defensa del principio de Una Sola China y rechazo a las doctrinas militares de la OTAN.

Entre la ONU y la vida cotidiana en Cuba

El discurso en Nueva York dibuja la visión oficial de un país asediado que pide respeto a su soberanía. Pero en los barrios cubanos la pregunta sigue siendo otra: ¿cómo se traduce todo esto en luz eléctrica, comida en la mesa o medicinas en la farmacia? No todo puede explicarse con el embargo estadounidense.

Muchas veces el bloqueo más duro es interno, fruto de ineficiencia, burocracia y falta de voluntad para diversificar la economía.

Desde hace décadas se sabe que el acceso al mercado de Estados Unidos es limitado. Aun así, la isla sigue dependiendo en exceso de esa expectativa. El problema es aún mayor porque Cuba arrastra una reputación internacional de mal pagador.

Esta imagen provoca que bancos y acreedores eviten prestar dinero tras décadas de impagos. También debido a demandas en tribunales extranjeros y suspensiones de proyectos incluso con aliados como Rusia y China. Con el país fuera del Banco Mundial, el FMI y el BID, solo logra créditos caros y a corto plazo, respaldados con garantías colaterales.

En ese contexto, ¿por qué no apostar con más fuerza por alianzas reales y sostenibles, comprando piezas y componentes a socios dispuestos, en lugar de seguir esperando que el embargo desaparezca de un día para otro?

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