Las lluvias y vientos asociados a la tormenta tropical Imelda golpearon con fuerza la ciudad de Santiago de Cuba. La Central Termoeléctrica Antonio Maceo, conocida popularmente como Renté, resultó una de las instalaciones más afectadas y en estos momentos enfrenta un panorama crítico.
Tres bloques fuera de operación
El director general de la planta, Jesús Aguilar Hernández, confirmó que los bloques tres, cinco y seis se encuentran fuera de línea. Esto se debe a las condiciones meteorológicas adversas. Aunque se han ejecutado maniobras de mantenimiento y reparaciones durante la madrugada, solo el bloque seis se encuentra en proceso de arranque. Hay esperanza de que aporte cincuenta megavatios al sistema eléctrico nacional.
Ese aporte sería un alivio, aunque mínimo, frente a los apagones. Estos apagones ya se extienden por varias provincias orientales y han convertido las noches en una verdadera prueba de resistencia para la población.
Problemas con el agua de mar
Uno de los principales obstáculos identificados está en el sistema de agua de mar que alimenta a la central. Aguilar explicó que la bahía de Santiago es cerrada y acumula residuos. Estos obstruyen los filtros de la planta, interrumpiendo el flujo vital para la producción de energía. Brigadas de operarios trabajan contrarreloj en la limpieza de esos filtros. Esta tarea se ha vuelto tan rutinaria como agotadora.
A ello se suman daños en el circuito de pozos que abastecen a los bloques de producción, lo que genera más limitaciones. El desgaste acumulado de la central se siente en cada detalle: lo que antes era un problema puntual ahora se convierte en un obstáculo generalizado para mantener la generación.
Expectativas en medio de la incertidumbre
Las autoridades de la planta esperan que el bloque seis pueda quedar listo en el transcurso de la tarde. No garantizan estabilidad prolongada. Mientras tanto, la población sigue pendiente de cada parte oficial. Intentan adivinar si la noche será con luz o en la penumbra.
Renté vuelve a poner en evidencia la fragilidad del sistema eléctrico cubano: equipos antiguos, mantenimientos superficiales y una dependencia total de centrales que, como esta, ya no pueden sostener el peso de la demanda nacional. La tormenta Imelda solo desnudó un problema que lleva años sin solución.