Robo de combustible en La Habana: cientos de litros desaparecen en terminal de ómnibus

La escena ya no sorprende a nadie: paradas abarrotadas, basura acumulada en las esquinas y vecinos preguntándose cómo es posible que siempre falte el combustible. Esta vez, el escándalo salió a la luz en la terminal de San Agustín, en el municipio de La Lisa, donde se detectó el desvío de “cientos de litros” de diésel.

El hecho ocurrió en plena crisis energética, cuando los ómnibus urbanos y los camiones de recogida de desechos apenas funcionan.

LEA TAMBIÉN:
Cuba amanece con más de 1,000 MW de déficit eléctrico y apagones prolongados

Un robo en la pista de combustible

Según las autoridades de transporte, directivos sorprendieron a un pistero de turno descargando combustible en vehículos no autorizados, usando tarjetas pertenecientes a la propia Empresa Provincial de Transporte de La Habana. La maniobra ocurrió en la noche del 30 de septiembre en un punto de abastecimiento de CIMEX dentro de la terminal.

Aunque no se ha dicho cuántos litros se perdieron, sí quedó claro que ese diésel estaba destinado a los ómnibus urbanos y a los camiones de comunales. La consecuencia inmediata es evidente: menos guaguas en la calle y menos recogida de basura en los barrios.

El discurso oficial y la realidad

Cubadebate calificó el hecho de “doble golpe” y habló de sabotaje contra el pueblo. Pero en la calle, muchos se preguntan si se trata solo de un robo aislado o del reflejo de una corrupción más profunda. Porque en Cuba, el combustible no se escurre por un agujero: alguien lo saca y alguien más lo recibe.

Mientras tanto, el Gobierno asegura que caerá “todo el peso de la ley” sobre los responsables. Sin embargo, los habaneros que esperan horas en una parada o que viven rodeados de basura sienten que la justicia tarda más en llegar que el propio ómnibus.

LEA TAMBIÉN:
Reportan otro incendio en planta de generación eléctrica en Cuba

Impacto en la vida diaria

La falta de transporte es uno de los problemas que más golpea al bolsillo y al ánimo de los cubanos. Sin guaguas suficientes, la única alternativa es pagar taxis privados a precios imposibles, caminar kilómetros o simplemente llegar tarde al trabajo.

Y cuando no se recoge la basura, los microvertederos crecen en cada esquina. Moscas, malos olores y ratas completan el panorama. Es decir, la pérdida de combustible no solo es un problema de números, sino de salud pública y calidad de vida.

¿Quién se beneficia realmente de estos “cientos de litros” desaparecidos? El discurso oficial pone el foco en un par de trabajadores de turno, pero la experiencia de la gente hace pensar que detrás hay redes más grandes y mejor organizadas.

Mientras no se responda a esa pregunta, la historia se repetirá: combustible que se esfuma, transporte paralizado, basura acumulada y un pueblo que paga las consecuencias.

Deja un comentario

Los anuncios serán revisados manualmente y publicados en las próximas horas.
Solo se permiten mensajes respetuosos y relacionados con el tema.