China refuerza su influencia en Cuba al «modernizar» su Aduana, según medios del oficialismo. ¿Qué se está cocinando tras bambalinas?

En un nuevo capítulo de su estrategia de expansión global, China brindará asistencia a la Aduana General de la República de Cuba (AGR) para su modernización y así hacerla más «competitiva» a nivel mundial.

Este sábado, el primer ministro cubano, Manuel Marrero, se reunió en La Habana con Lyu Weihong, vicetitular de la Administración General de Aduanas de China (GACC), según informó la televisión estatal y replicaron otros medios del oficialismo como el diario Granma. 

El gobierno cubano celebró como una «fortaleza» el apoyo chino, destacando que ambos países conmemoran 65 años de relaciones bilaterales.

Marrero elogió los programas de capacitación de la Aduana de Cuba desde China y la asistencia administrativa impulsados desde 2012 y que, tras la firma de este nuevo memorándum de entendimiento, se extenderán hasta 2027.

Sin embargo, detrás de los discursos de cooperación «solidaria» entre países socialistas, surge una lectura crítica: el creciente involucramiento de China en sectores estratégicos de la isla refuerza la dependencia tecnológica y administrativa de Cuba respecto a Pekín.

Aduana de Cuba y el apoyo de China: ¿más moderna?

En un contexto de crisis interna, la transferencia de «modelos modernos» podría implicar también el trasplante de prácticas de más control que caracterizan al aparato aduanero chino. Algo que vienen advirtiendo desde las altas esferas de la Aduana cubana.

La viceministra Lyu Weihong aseguró que su país profundizará el apoyo para lograr un «servicio aduanero moderno, avanzado y competitivo a nivel internacional».

«Hemos avanzado, apoyándonos mutuamente en los últimos años, bajo la conducción estratégica de nuestros máximos líderes, lo que constituye un ejemplo de solidaridad entre países socialistas y de cooperación sincera de naciones en desarrollo», dijo Lyu.

La creciente dependencia de China en áreas clave, como la Aduana de Cuba, no solo refleja las limitaciones de la economía cubana, sino también la falta de alternativas soberanas para su desarrollo. Además, las críticas a la Aduana no terminan a pesar de esas «modernizaciones».