Las recientes medidas anunciadas por el gobierno cubano para atraer inversión extranjera directa han generado una fuerte polémica entre economistas independientes, quienes advierten que la apertura presentada en FIHAV 2025 no resuelve los graves desequilibrios estructurales que frenan la recuperación del país. Entre las voces más críticas destacan los economistas Pedro Monreal y Mauricio de Miranda, quienes coinciden en que la estrategia oficial, centrada en flexibilizar el uso de divisas y permitir mayor autonomía a empresas foráneas, no elimina los riesgos que actualmente desalientan el capital internacional.
Pedro Monreal señaló que el nuevo paquete de medidas intenta “reavivar un viejo anhelo del modelo de crecimiento impulsado por exportaciones”, sin garantizar condiciones mínimas para que ese esquema funcione.
Según él, la propuesta no aclara cómo la flexibilización financiera compensaría factores como la inflación elevada, la inestabilidad monetaria, la dolarización caótica, la baja productividad y el marco institucional impredecible.
En su criterio, el gobierno “edulcora” el entorno operativo, pero no modifica la raíz del problema: un sistema centralizado incapaz de generar confianza.
Además, Monreal advirtió que el modelo exportador propuesto trae consigo riesgos sociales significativos. La experiencia internacional muestra que este patrón económico suele apoyarse en salarios deprimidos, recortes al consumo interno y concentración de beneficios en los sectores exportadores.
En un país donde la pobreza se ha agudizado en los últimos años, la aplicación de este esquema podría profundizar aún más el deterioro del nivel de vida.
Por su parte, Mauricio de Miranda fue más amplio en su análisis, cuestionando la lógica de atraer inversionistas justo después del “corralito” aplicado a empresas extranjeras con cuentas en divisas.
A su juicio, Cuba no cumple los requisitos básicos que habitualmente consideran los inversionistas: estabilidad macroeconómica, seguridad jurídica, baja corrupción, infraestructura funcional, mercado interno atractivo e integración a cadenas globales de valor.
De Miranda comparó el caso cubano con países asiáticos que sí lograron usar la inversión extranjera para impulsar su industrialización.
Sin embargo, enfatizó que esos procesos se apoyaron en reglas claras, instituciones sólidas y participación activa del sector privado, elementos ausentes en el modelo cubano actual.
También cuestionó la viabilidad de atraer capitales de la diáspora mientras no existan garantías políticas y económicas que respalden su inversión.
Ambos expertos coinciden: la nueva apertura del gobierno no corrige los problemas de fondo. Cuba necesita estabilidad, transparencia institucional y un replanteo completo de su modelo económico si realmente aspira a captar inversión extranjera sostenible, dijeron.
