¿Con qué dinero? El anuncio del Gobierno cubano sobre la venta de materiales de construcción con un descuento del 50% para los damnificados del huracán Melissa ha generado una fuerte ola de críticas y descontento entre la población, según debate público en redes sociales. Aunque las autoridades presentaron la medida como un “gesto de apoyo social”, muchos ciudadanos y observadores la consideran insuficiente e incluso insensible ante la magnitud de la devastación que dejó el fenómeno natural en el oriente de la isla.
El periodista independiente Mario J. Pentón fue uno de los primeros en denunciar la medida, destacando que el Acuerdo 10247, publicado en la Gaceta Oficial Extraordinaria No.65, establece que los afectados podrán acceder a créditos o subsidios, pero sin aclarar los precios reales ni la disponibilidad de los materiales.
“El régimen cubano anunció que venderá los materiales con un 50% de descuento, pero ¿a quién le alcanza el salario para comprarlos?”, señaló Pentón en sus redes sociales.
Las críticas no se hicieron esperar. “¿Quién las podrá comprar si el salario no alcanza ni para merendar una semana?”, escribió Lorenzo Santana Viera, mientras que Teresa Hidalgo resumió la frustración de muchos con una frase tajante: “O comes, o compras los materiales de construcción”.
Otros usuarios, como Raúl Rodríguez Leal, apuntaron a la corrupción local: “Todos sabemos que la mitad de los materiales termina en el mercado negro y los damnificados ni los ven”.
De acuerdo con organismos internacionales y el Observatorio Cubano de Derechos Humanos, más de 700.000 personas necesitan ayuda urgente en las provincias de Guantánamo, Santiago de Cuba, Granma, Holguín y Las Tunas, las más afectadas por el huracán.
Ante esta situación, muchos reclaman que el gobierno debería ofrecer asistencia gratuita o reconstrucción directa de viviendas, en lugar de vender materiales a una población con ingresos mínimos.
“Hay presupuestos para catástrofes, pero parece que ya no existen”, opinó otro internauta, señalando que el Estado invierte en hoteles mientras los damnificados siguen sin techo. Los testimonios reflejan una sensación de abandono y escepticismo generalizado.
Como expresó Bárbara Verdecia Díaz: “¿Cómo podrán comprar materiales las familias que se quedaron sin nada, con un salario mínimo de 2.100 pesos?”
Mientras el gobierno insiste en que “nadie quedará desamparado”, la población espera acciones concretas que respalden esa promesa. Por ahora, la percepción dominante es que el descuento del 50% se queda corto frente a una tragedia que dejó a miles sin hogar y sin esperanza.
