Tasa flotante en Cuba revive un experimento que ya fracasó: «Así no funcionan las cosas»

La tasa flotante en Cuba repite un modelo fallido que ya fracasó: del experimento de 2022 al déjà vu cambiario de 2025. En vez de unificación monetaria: ahora serán tres tasas. El reciente anuncio del Gobierno cubano sobre la implementación de una tasa de cambio flotante ha reabierto un debate que muchos economistas consideran ya superado por la experiencia reciente.

Para analistas y ciudadanos, la medida no solo genera dudas, sino que replica un esquema que fracasó en 2022, cuando el Estado intentó imponer un “nuevo mercado cambiario” con una tasa oficial de 120 CUP por dólar.

En agosto de 2022, el anuncio sorprendió a la población. Mientras buena parte del mercado esperaba una tasa más baja, el valor oficial terminó siendo muy similar al que ya reflejaba el mercado informal, publicado por plataformas como El Toque, medio que hasta entonces era criticado y desacreditado por las autoridades.

El resultado fue contundente: el mercado informal no desapareció, el dólar siguió subiendo y el peso cubano continuó perdiendo valor, trasladando el costo del ajuste, una vez más, a la población.

Tres años después, el 17 de diciembre de 2025, el Gobierno presenta un nuevo capítulo bajo otro nombre: “tasa flotante”.

Sin embargo, la realidad vuelve a imponerse. La tasa anunciada nuevamente se parece mucho a la del mercado informal, convirtiendo en referencia oficial lo que antes se calificaba de ilegal. Para muchos economistas, se trata del mismo libreto con distinto título.

LEA TAMBIÉN:
Díaz Canel confirma un 2026 "sin soluciones fáciles ni inmediatas"

El economista Mauricio Miranda ha sido categórico al calificar la medida como “un nuevo disparate en política económica”.

Según explica, las tasas de cambio oficiales fijas —tanto la vigente como las anteriores— son insostenibles porque no guardan relación con la realidad objetiva del mercado. Aunque el propio Banco Central de Cuba ha reconocido las distorsiones, las decisiones continúan yendo a contrapelo de esa realidad.

Miranda insiste en que la solución pasa por una tasa de cambio unificada, acompañada de un régimen cambiario claro y creíble.

Opciones como anclar la moneda a una divisa, utilizar una canasta de monedas o aplicar un crawling peg requieren respaldo real y coherencia macroeconómica, elementos hoy ausentes.

Además, advierte que la dolarización parcial no mejora las condiciones de vida, sino que profundiza las desigualdades sociales, afectando especialmente a quienes no tienen acceso a divisas.

En los sistemas cambiarios modernos, explica el economista, las tasas flotantes surgen del mercado y son publicadas ex post, no impuestas de manera administrativa.

El problema central, subraya, no es quién publica la tasa, sino una economía que no logra estabilizar su moneda. Mientras no se aborde esa raíz, cualquier “nueva” tasa seguirá siendo, en esencia, una repetición del mismo fracaso.

LEA TAMBIÉN:
¿Quiénes deberán transferir al estado el 20 % de sus dólares? La Nueva regla sobre las divisas en Cuba

«¿No tienen bastantes ejemplos para darse cuenta que así no funcionan las cosas bien?», concluyó de Miranda.

Deja un comentario