Cuba amaneció con una nueva crisis energética tras la caída completa del Sistema Eléctrico Nacional, ocurrida a las 9 y 14 minutos de la mañana de este miércoles, según informó Canal Habana.
La interrupción llega en un contexto ya marcado por apagones prolongados en varias provincias, donde muchas familias pasan hasta más de 20 horas sin servicio.
Un sistema al borde del colapso
Antes del apagón, la Unión Eléctrica había publicado un parte que ya anticipaba un déficit de generación cercano a los 1800 megawatts. La situación se agravaba por la salida imprevista de la central termoeléctrica Guiteras y los continuos problemas en otras plantas.
Las averías afectaban a las unidades 3 y 6 de Renté, la unidad 2 de Felton y la unidad 5 de Nuevitas. A esto se sumaban mantenimientos en Mariel, Santa Cruz y Cienfuegos, además de limitaciones térmicas y falta de combustible que dejaban fuera de servicio a 44 centrales de generación distribuida.
Promesas incumplidas y malestar social
En los últimos días, el propio presidente Miguel Díaz-Canel reconoció que el país atravesaba una “situación crítica” en materia energética. Esta sería la tercera o cuarta vez en que todo el sistema colapsa en lo que va de año.
Aunque en La Habana y las capitales provinciales la situación se siente con fuerza, los territorios más alejados son los más golpeados. Allí, la población convive con cortes que duran casi todo el día, lo que complica la conservación de alimentos y agrava la vida cotidiana.
El parte oficial antes de la caída
El informe de la UNE detallaba que a las seis de la mañana la disponibilidad era de 1730 MW frente a una demanda de 2950 MW, lo que dejaba 1238 MW de déficit. Para el horario pico se preveía una demanda de 3500 MW con solo 1780 MW disponibles, lo que habría provocado un déficit de 1720 MW y una afectación estimada de 1790 MW.
La caída total del sistema no solo confirma lo crítico de la situación, sino que incrementa el temor del gobierno a protestas sociales ante un escenario que parece lejos de mejorar.
