Comer mínimamente saludable en Cuba costaría unos 20 salarios mínimos, según revela un estudio

Un informe del observatorio independiente Food Monitor Program (FMP) advierte que incluso una dieta mínima saludable está fuera del alcance de la mayoría de los cubanos.

El cálculo es contundente: dos adultos en La Habana necesitan 41 735 pesos cubanos para cubrir una dieta apenas suficiente. Esto equivale a casi 20 salarios mínimos o dos años de pensión mínima, según cifras oficiales.

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Si se compara con la tasa de cambio actual en el mercado informal —385 pesos por dólar y 430 por euro—, esta canasta equivale a unos 108 dólares o 97 euros.

Una canasta básica recortada al límite

El estudio analizó la canasta básica alimentaria (CBA) y, aun reduciendo al mínimo su variedad y calidad, el resultado sigue siendo inaccesible para la mayoría.

Para abaratarla, se optó por alimentos procesados y menos nutritivos, se limitó la inclusión de productos frescos y no se consideraron gastos de gas o electricidad para la cocción.

Durante seis meses, el FMP monitoreó 29 productos de ocho grupos alimentarios en redes estatales y privadas.

La canasta diseñada se pensó para dos adultos jóvenes y saludables, tomando como referencia precios y disponibilidad en La Habana y Cienfuegos.

Ingresos y gastos que no cuadran

Los datos se cruzaron con la Encuesta de Seguridad Alimentaria 2024, que revela que más del 80% de los hogares gasta más de lo que ingresa solo en comida.

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Apenas el 25% puede destinar más de 10 000 pesos al mes a alimentación, y el 70% depende de uno o dos ingresos formales para cubrir todas sus necesidades.

Hambre oculta y riesgos para la salud

La mayoría de los hogares sobrevive con dietas repetitivas, bajas en fibra y micronutrientes, y con alta presencia de ultraprocesados.

Esto provoca lo que el estudio denomina “hambre oculta” y aumenta el riesgo de enfermedades carenciales, afectando el desarrollo físico y cognitivo.

El FMP subraya que la canasta básica alimentaria debería servir como base para fijar salarios mínimos y diseñar políticas sociales.

Sin embargo, en Cuba el consumo “no refleja elección, sino carencia” y depende de lo que el Estado permite o el mercado impone.

Un llamado a ver la alimentación como un derecho

El estudio propone que la CBA no sea solo un cálculo técnico, sino una herramienta ética y política, un indicador de urgencia social que garantice el derecho a una alimentación adecuada.

La organización insiste en visibilizar las causas estructurales que determinan la dieta de los hogares cubanos y en reconocer la alimentación como un derecho fundamental y no como un privilegio.

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