Durante meses, la MLC ha estado rodeada de rumores, dudas y versiones contradictorias. Para muchos, su futuro parecía incierto. Para otros, simplemente había dejado de ser útil en la vida cotidiana. En medio de un escenario económico tenso, cualquier movimiento oficial genera inquietud.
En los últimos días, el debate volvió a intensificarse. Declaraciones, filtraciones y comentarios en redes sociales alimentaron la percepción de que algo estaba por cambiar, aunque sin claridad suficiente. La incertidumbre volvió a ocupar el centro de la conversación pública.
Sin embargo, las señales no apuntan a una desaparición inmediata ni a un giro abrupto. Lo que se perfila es un reajuste gradual, dentro de un rediseño más amplio del sistema cambiario cubano. Un proceso que no se explica en una sola frase.
La pregunta clave no es si la MLC sigue existiendo, sino cómo se insertará en el nuevo contexto económico que comienza a tomar forma desde este diciembre.
¿Desaparecen las cuentas en MLC?
Según la información oficial, las cuentas en MLC no desaparecen. El Banco Central de Cuba reiteró que estas siguen siendo cuentas bancarias en divisas y que mantienen su validez dentro del sistema financiero.
El problema, reconocen las propias autoridades, no ha sido la existencia de la MLC, sino su pérdida de funcionalidad. En la práctica, muchas de estas cuentas dejaron de ser aceptadas en una parte importante de los comercios, lo que debilitó su uso real.
Con el nuevo mecanismo de gestión, control y asignación de divisas, el Gobierno afirma que se abre la posibilidad de recuperar, de forma progresiva, la operatividad de estas cuentas. No se trata de un cambio inmediato, sino de un proceso condicionado por la disponibilidad de divisas.
¿Qué relación tendrá la MLC con la nueva tasa de cambio?
La introducción de una tasa de cambio flotante marca un punto de inflexión. Aunque la MLC no se elimina, su papel cambia dentro del esquema general del mercado cambiario.
La nueva tasa busca atraer divisas al sistema bancario oficial, tanto de personas naturales como de actores económicos. En ese contexto, las cuentas en MLC pasan a formar parte de un engranaje más amplio, donde el objetivo es ordenar los flujos y reducir la dependencia del mercado informal.
Esto implica que la MLC deja de ser el único canal relevante en divisas para la población, pero tampoco queda fuera del sistema. Su función dependerá de cómo evolucione el mercado oficial y de cuánta moneda extranjera logre captar el Estado.
¿Qué puede cambiar para los comercios?
Uno de los puntos más sensibles es la aceptación de la MLC en tiendas y servicios. El Banco Central reconoce que hoy existen limitaciones reales y que muchas operaciones no se realizan por falta de respaldo financiero.
Con el nuevo esquema cambiario, las autoridades sostienen que podría recuperarse la capacidad de los comercios para operar con MLC, siempre que mejore la disponibilidad de divisas y se estabilicen los flujos hacia la Caja Central.
No se han anunciado fechas ni garantías concretas. La recuperación, si ocurre, será gradual y dependerá del comportamiento del mercado y de los ingresos externos del país.
¿Qué debe esperar la población?
Para los ciudadanos, el mensaje oficial es de continuidad, no de ruptura. Las cuentas en MLC seguirán existiendo y podrán utilizarse en la medida en que el sistema lo permita.
El cambio de fondo está en que el Estado intenta reorganizar el mercado cambiario completo, con la promesa de mayor transparencia y menos distorsiones. En ese escenario, la MLC no desaparece, pero deja de ocupar el lugar central que tuvo en años recientes.
Más que un final, lo que comienza es una etapa de redefinición, donde el verdadero alcance de la MLC dependerá de algo que todavía no está garantizado: la entrada real y sostenida de divisas a la economía cubana.
