Cuba atraviesa una compleja situación epidemiológica marcada por el repunte de enfermedades transmitidas por mosquitos y la aparición de cuadros febriles sin diagnóstico confirmado.
Mientras tanto, el Ministerio de Salud Pública (Minsap) anunció el inicio de un estudio clínico para evaluar la eficacia del medicamento nacional Juzvinza en pacientes con secuelas del virus del chikungunya.
El ensayo se realizará en cuatro hospitales de La Habana y Matanzas, con el objetivo de tratar las manifestaciones inflamatorias articulares que persisten tras la infección.
Sin embargo, la investigación se lanza en un contexto donde los hospitales están colapsados, escasean los medicamentos y faltan medios diagnósticos básicos para detectar con precisión qué virus están afectando a la población.
Brotes sin diagnóstico y hospitales desbordados
Desde hace semanas, las redes sociales y medios locales reportan un aumento de pacientes con fiebre alta, erupciones cutáneas y dolores articulares. Muchos son diagnosticados de forma presuntiva con dengue o chikungunya, pero en la mayoría de los casos no se confirma por falta de reactivos o equipos para realizar las pruebas.
Profesionales de la salud reconocen que en numerosos hospitales no se dispone de los insumos necesarios para realizar análisis virológicos, lo que impide determinar con certeza qué enfermedades están circulando. En provincias como Guantánamo, Santiago de Cuba y Holguín, los centros asistenciales se encuentran saturados, mientras crecen las quejas por la ausencia de medicamentos básicos y la falta de fumigación efectiva.
El Minsap apuesta por el Juzvinza
El Minsap presentó el estudio como parte de su “sistema nacional de innovación en salud”. La doctora Ileana Morales Suárez, directora de Ciencia e Innovación Tecnológica, explicó que se busca “reducir las secuelas inflamatorias del chikungunya y perfeccionar los tratamientos clínicos”.
El fármaco Juzvinza, desarrollado por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), fue utilizado durante la pandemia de COVID-19 para controlar la hiperinflamación y modular la respuesta inmunitaria. Ahora se pretende evaluar su efecto en pacientes con síntomas persistentes tras la infección por chikungunya.
Una comunidad científica con más preguntas que respuestas
Especialistas del Instituto Pedro Kourí (IPK), como María Guadalupe Guzmán Tirado, admiten que la actual ola de contagios se debe a una combinación de baja inmunidad, condiciones climáticas favorables al mosquito Aedes aegypti y deficiencias en las campañas de control vectorial.
Sin embargo, médicos de diferentes regiones advierten que también podrían circular otros virus, algunos con manifestaciones atípicas o desconocidas. La falta de recursos limita la posibilidad de confirmarlo. Ante este panorama, la comunidad científica cubana enfrenta el reto de identificar con precisión los patógenos presentes y diseñar una estrategia de prevención más efectiva.
Mientras el gobierno promueve el ensayo clínico del Juzvinza como un logro científico, en las salas de urgencias la realidad es otra: pacientes sin diagnóstico, largas esperas, escasez de sueros y medicamentos, y un sistema sanitario que apenas logra sostenerse frente a una crisis prolongada.
