La funcionaria calificó de “borrachos” y “disfrazados” a los ciudadanos en situación de calle, y negó que haya hambre en la isla.
Marta Elena Feitó Cabrera, ministra de Trabajo y Seguridad Social desde 2019, presentó su renuncia tras causar un fuerte rechazo con sus palabras durante una sesión parlamentaria.
En su intervención del lunes, aseguró que en Cuba “no existen mendigos” y que los casos visibles en la calle se trataban de “simuladores”, “borrachos” o personas “disfrazadas”.
Además, culpó a los propios ciudadanos de la pobreza, al negar la existencia de hambre en la isla.
Las palabras, lejos de generar debate en la sesión, fueron aplaudidas por otros diputados, lo que agravó la percepción pública de indiferencia oficial ante los problemas reales del país.
Renuncia aceptada por el Buró Político y el Consejo de Estado
El martes 15 de julio, un comunicado del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social informó que la ministra había presentado su renuncia y que esta fue aceptada.
La nota, replicada por medios estatales como Cubadebate, señala que la decisión se tomó “tras un análisis conjunto” entre el Partido Comunista, el Gobierno y la propia funcionaria, quien “reconoció sus errores”.
Sin embargo, la rapidez del proceso, la mención de “falta de objetividad y sensibilidad” y el silencio institucional previo sugieren que no se trató de una renuncia voluntaria, sino de una destitución encubierta.
Más aún cuando incluso el presidente Miguel Díaz-Canel, durante otra sesión parlamentaria, pareció aludir directamente a Feitó con un mensaje poco habitual.
“Ninguno de nosotros puede actuar con soberbia, puede actuar con prepotencia, desconectado de las realidades que vive nuestro pueblo”, dijo el mandatario sin mencionarla por nombre.
¿Doble moral o control de daños?
Las palabras del presidente se interpretaron como un llamado de atención, pero llegaron después de que las redes sociales y medios alternativos ya habían estallado con críticas a las declaraciones de Feitó. Solo entonces se retiraron los fragmentos más polémicos de los portales oficiales.
Surge la pregunta de si se habría producido alguna renuncia —o siquiera un llamado al orden— si las declaraciones no hubieran generado tal repudio público.
Cabe recordar que en la sesión parlamentaria nadie cuestionó a la ministra. Por el contrario, sus afirmaciones fueron respaldadas con aplausos. ¿La destitución o dimisión se hubieran producido si no fuera por el gran repudio popular que generaron dus planteamientos? En el Parlamento nadie cuestionó nada, por el contrario, se aplaudió.
Artistas, activistas e intelectuales rechazaron en bloque su intervención, señalando su falta de empatía y el desprecio hacia los sectores más vulnerables.
La decisión del Gobierno parece buscar aplacar esa ola de indignación, aunque expone también las tensiones entre el discurso oficial y la dura realidad que enfrenta la población.
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