Una reciente modificación en los documentos oficiales emitidos por Uruguay ha generado polémica no solo entre los nacionales sino también en la comunidad migrante en el país. Lo que comenzó como un ajuste técnico en los pasaportes terminó por abrir un debate mayor sobre identidad, pertenencia y ciudadanía.
Para muchos, se trata de una corrección largamente esperada. Para otros, fue un cambio apresurado con consecuencias inesperadas. En medio, decenas de personas se vieron afectadas al intentar viajar o gestionar visados con un documento que aún no ha sido plenamente reconocido por varios países.
La decisión, que tocaba aspectos formales de los pasaportes, fue inicialmente bien recibida por quienes llevaban años reclamando igualdad de trato documental. Pero a pocas semanas de su implementación, el gobierno tuvo que anunciar que revertirá el cambio y reimprimirá miles de pasaportes sin costo para sus portadores.
Un paso hacia la igualdad… que no duró
Desde el 16 de abril, los pasaportes uruguayos eliminaron el campo «Lugar de nacimiento» y unificaron el término «Nacionalidad/Ciudadanía» con el código “URY”, aplicable tanto a ciudadanos naturales como legalizados. La medida buscaba alinearse con estándares internacionales y fue celebrada especialmente por la comunidad cubana en Uruguay.
«El nuevo pasaporte uruguayo ya reconoce a los ciudadanos legales como uruguayos, sin importar dónde naciste», publicó entonces la cuenta Cubanos Libres en Uruguay, destacando lo que consideraban un gesto histórico hacia la igualdad.
Durante años, los cubanos naturalizados enfrentaron trabas burocráticas al intentar viajar, pues el lugar de nacimiento en el pasaporte alertaba a los controles migratorios. Países como Colombia, Francia o Alemania aplicaban restricciones automáticas basadas en la nacionalidad de origen, a pesar de que los viajeros ya contaban con ciudadanía uruguaya.
Dudas internacionales y presión política
Poco después del cambio, se reportaron dificultades con visados de larga duración, especialmente en Europa. Aunque el nuevo documento fue aceptado para viajes turísticos, países como Japón y Alemania pusieron reparos. En particular, la embajada japonesa advirtió que era “altamente probable” que se impidiera el ingreso con ese formato.
El tema escaló políticamente. La oposición reclamó la reversión inmediata del pasaporte reformado y criticó duramente al canciller Mario Lubetkin por negar inicialmente los problemas reportados. Algunos legisladores incluso pidieron su renuncia.
El gobierno anunció que, desde el 1° de agosto, volverá a emitirse el modelo anterior. Además, reemplazará sin costo unos 17.000 pasaportes emitidos desde abril. Se dará prioridad a quienes tienen viajes próximos, previa solicitud a través de correo electrónico con el comprobante correspondiente.
Una discusión que apenas comienza
El conflicto reavivó el debate sobre la ciudadanía legal en Uruguay y las diferencias aún vigentes con los ciudadanos naturales, amparadas por el artículo 73 de la Constitución. Mientras no se reforme ese precepto, cualquier intento de unificación total seguirá siendo parcial.
Para muchos cubanos, el breve cambio representó una reparación simbólica. Ahora, con la vuelta atrás, el sentimiento es mixto: entre la comprensión práctica y la frustración por una oportunidad perdida.
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