Los testimonios recogidos por Directorio Cubano desde varias provincias del país muestran una situación que muchos cubanos describen con una sola frase: “todo el mundo está con virus”. Entre el calor, los apagones y la falta de medicamentos, el chikungunya y el dengue se han vuelto parte de la rutina diaria.
“Me duele todo… Hoy no siento ninguna mejoría. Lo único que ayer comí y no me dio náuseas. Pensé al menos tener las manos bien. Estoy harta de no poder hacer nada”, cuenta a nuestra página una mujer de Remedios, que lleva días sin poder dormir por un sarpullido que, según dice, “pica como loco”.
En Santa Clara, otro residente describe un panorama que mezcla cansancio, escasez y corrupción. “Yo sí fui al hospital, porque teníamos signos de alarma, mi madre y yo. Y para mi sorpresa, habían las cosas”, comenta. “El cuerpo de guardia estaba encendío, eso sí. Mucha gente se veía mal. Una sola doctora con dos residentes, la única que no estaba enferma.”
Relata que lograron hacerse los estudios indicados: “Nos mandaron leucograma y ultrasonido urgente, y hasta gel pa’ ultrasonido había”. Pero no todo funcionó de maravillas: “Tuve que darle dinero al técnico porque decía que ya se iba. Al final se quedó, y él también tenía el virus.”
Días después, madre e hijo aún arrastran secuelas: inflamación en los tobillos, rigidez y dolores nocturnos. “Reporté los casos en el consultorio, por ser disciplinado con lo que orienta Durán, y no han venido a fumigar.”
Duros testimonios sobre el chikungunya en Cuba
Desde Trinidad y Camagüey, los reportes son similares. “Me atrevo a decir que todo el mundo está con el virus”, aseguraron habitantes de esas ciudades. Desde otro municipio de Sancti Spíritus, Yaguajay, nos cuentan: “Muchos casos. Todos pintan a chikungunya. La cola del ultrasonido es infernal, aparte de que hay mucha hepatitis. La gente muy demacrada.”
Si bien algunas fuentes mencionan fumigaciones, la efectividad parece mínima. “Yo estaba pagando las fumigaciones carísimas. La última vez los mosquitos ni por enterados se dieron.”
La vida cotidiana se complica incluso dentro de las casas. “Imagínense, el calor bajo los mosquiteros, ni TV se puede ver… para hacer gelatina hay que ser mago. Y gracias que puedo comprarla, porque es lo más cercano a lo que se necesita.” Otra mujer agregó: “A mami se la di en formato de refresco, porque se derritió con los apagones.”
Desde La Habana, otro testimonio conmueve. “Una madre del grupo comentó que salió corriendo a la escuela del niño por la gritería. Había fallecido una maestra de 24 años que estaba ingresada con el virus. Es la segunda maestra de esa escuela que muere en menos de dos meses”. Aunque las autoridades oficiales no reconocen fallecimientos por las arbovirosis, estas historias se replican en las redes sociales.
Con un sistema de salud público agotado por la falta de medicamentos, personal y recursos, los virus transmitidos por mosquitos se extienden sin freno.
