La isla atraviesa una crisis económica profunda, con apagones diarios, inflación descontrolada y un deterioro general en la vida cotidiana.
El turismo internacional sigue en caída y los cubano-americanos muestran cada vez menos interés en regresar. Los costos elevados, la falta de servicios básicos y la precariedad en el transporte desaniman los viajes. En este contexto, desde el 1º de octubre será todavía más difícil encontrar un vuelo directo entre Estados Unidos y Cuba.
Varias aerolíneas redujeron operaciones
En los últimos años, varias aerolíneas estadounidenses han recortado frecuencias o suspendido sus rutas hacia la isla. La baja rentabilidad, el encarecimiento del combustible y los gastos operativos han hecho inviables muchos vuelos.
El mercado que en 2016 parecía tener un gran futuro tras el deshielo diplomático, hoy se reduce a una oferta mínima. La promesa de puentes aéreos entre familias terminó en cancelaciones y recortes.
Delta abandona la ruta
La noticia más reciente es la salida de Delta Airlines. La compañía anunció que dejará de operar vuelos regulares a La Habana a partir de octubre.
Delta había regresado en 2016 tras más de medio siglo de ausencia. Durante meses intentó mantener frecuencias estables, pero la caída sostenida de pasajeros y los costos crecientes hicieron inviable la operación.
La decisión refleja un patrón que ya se repite en otras aerolíneas y deja a los viajeros con menos opciones.
Un patrón que ya es tendencia
Delta no es la única en abandonar la ruta. JetBlue salió en 2023. American Airlines redujo su número de vuelos y limitó operaciones a la capital. United y Southwest también ajustaron su programación.
El resultado es un mercado cada vez más estrecho, con una caída del 20 % en la conectividad aérea entre Estados Unidos y Cuba solo en 2025.
Por qué ya no es rentable
Los vuelos dejaron de ser rentables por tres factores. Primero, la reducción del interés de los cubano-americanos en viajar. Segundo, el desplome del turismo internacional, que no compensa las pérdidas. Y tercero, el aumento de costos operativos, desde combustible hasta tasas aeroportuarias.
El negocio se sostiene con asientos llenos, pero en Cuba cada vez hay menos demanda para cubrirlos.
Impacto en los pasajeros
La salida de aerolíneas implica menos horarios y boletos más caros. En temporadas altas, como Navidad o verano, encontrar un asiento directo será todavía más difícil.
Quienes ya tenían boletos con Delta deberán revisar las notificaciones de la compañía. Habrá reembolsos o reubicaciones, pero siempre con menos flexibilidad.
Rutas alternativas
Con menos vuelos directos, los viajeros recurren a escalas en terceros países. Cancún, Ciudad de México, Nassau, Santo Domingo y Punta Cana se han convertido en nodos frecuentes.
Estas conexiones alargan los viajes y encarecen los costos. Para muchos, el trayecto se vuelve más desgastante y complicado.
Golpe al turismo en Cuba
La conectividad aérea es vital para atraer visitantes. Sin vuelos suficientes ni opciones directas desde Estados Unidos, el turismo internacional se debilita.
Los viajeros buscan comodidad, algo que hoy no ofrece el mercado cubano. El resultado es un destino menos atractivo en un momento en que la isla necesita desesperadamente ingresos.
Todo concentrado en La Habana
La mayoría de los vuelos internacionales llegan únicamente a la capital. Esto obliga a costosos y largos traslados internos para quienes viven en provincias.
Para las aerolíneas, esta centralización resta atractivo, porque limita la diversificación y encarece la operación.
Familias más distantes
Las familias cubanas en el exilio sienten el golpe de manera directa. Los viajes para visitar padres, hijos o hermanos se vuelven más caros y espaciados.
El estrechamiento de la conectividad aérea se convierte en una nueva barrera entre ambos lados del estrecho de Florida.