Datos confirman que aumentaron las compras de alimentos desde Cuba a EE.UU. , pero la crisis alimentaria persiste y no mejora. Las importaciones de alimentos desde Estados Unidos hacia Cuba crecieron un 17% durante 2025 en comparación con el año anterior, de acuerdo con declaraciones de Paul Johnson, presidente de la Coalición Agrícola Cuba-EE.UU..
Aunque el aumento refleja una mayor cooperación agrícola bilateral, los expertos advierten que este crecimiento no ha mejorado la crisis alimentaria que atraviesa la población cubana.
A pesar del incremento en los volúmenes y la diversificación de productos, la realidad económica en la Isla sigue siendo alarmante.
Según estudios recientes, el 89% de los cubanos vive en condiciones de pobreza extrema, una cifra que evidencia la falta de impacto directo de las importaciones en el bienestar social.
Los alimentos que llegan desde Estados Unidos —fundamentalmente pollo, maíz, trigo y soya— continúan destinados principalmente a la red estatal y el sector turístico, sin alcanzar de manera efectiva a la mayoría de los hogares.
En La Habana, el costo de una dieta básica mensual supera los 42.000 pesos cubanos, un monto inaccesible para la mayoría de los trabajadores, cuyo salario medio apenas cubre una fracción de esa cifra.
Esta brecha entre los precios y los ingresos ha provocado que el acceso a productos esenciales sea cada vez más limitado, impulsando además el crecimiento del mercado informal de alimentos.
Pese a la dependencia del país de las importaciones alimentarias, la inversión en el sector agropecuario continúa siendo mínima, representando apenas el 2,4% del total nacional.
Los especialistas señalan que sin una política efectiva de estímulo a la producción local, Cuba seguirá enfrentando una situación crítica en materia de seguridad alimentaria, agravada por la falta de insumos, la migración rural y los efectos del cambio climático.
Mientras tanto, la cooperación comercial entre La Habana y Washington se mantiene limitada por las restricciones del embargo y la falta de financiamiento directo a productores cubanos, factores que frenan un desarrollo sostenible del sector agrícola en la Isla.