Medios del oficialismo en la capital confirman que existe actualmente una grave crisis del transporte en La Habana: menos ómnibus, largas colas y precios inalcanzables. La situación del transporte público en La Habana atraviesa uno de sus momentos más críticos en los últimos años. La escasez de vehículos, el deterioro del parque automotor, la falta de piezas de repuesto y la crisis energética han convertido el desplazamiento diario en una verdadera odisea para miles de habaneros.
Según un reporte de Canal Habana, de los 435 medios de transporte disponibles en la Empresa Provincial, 282 se encuentran paralizados por problemas técnicos.
Solo 130 ómnibus circulan diariamente, lo que representa un coeficiente de disponibilidad técnica del 35%, muy por debajo de las necesidades de la capital.
Esta situación genera una sobrecarga en las principales rutas y paradas, donde las largas colas y el hacinamiento son parte del panorama cotidiano.
El deterioro del transporte estatal ha impulsado el auge de alternativas privadas, como los taxis colectivos, bicitaxis y boteros, que intentan cubrir la demanda, aunque sus precios resultan inalcanzables para gran parte de la población.
“Está demasiado caro, deberían quitarlo”, comentó un usuario entrevistado, reflejando el malestar generalizado.
Otro punto de conflicto es la mala distribución de los recursos. Mientras las paradas se saturan, numerosos vehículos estatales circulan vacíos, lo que genera indignación entre los ciudadanos.
Las autoridades reconocieron este problema y advierten que se aplican medidas disciplinarias a los choferes y directivos responsables de incumplir las regulaciones.
A la crisis estructural se suma la escasez de combustible, que ha reducido el número de rutas y limitado los horarios de servicio.
No obstante, el gobierno capitalino asegura que trabaja en soluciones a mediano plazo, como la incorporación de ómnibus eléctricos y la reorganización de las rutas urbanas.
El transporte en La Habana se ha convertido en un reflejo de las tensiones económicas y energéticas que enfrenta el país.
Mientras tanto, los ciudadanos esperan que las promesas de renovación no se queden en el papel y que, en un futuro cercano, moverse por la capital deje de ser un desafío diario.