La falta de materia prima ha llevado a buscar soluciones improvisadas, como la reactivación de hornos de leña para intentar mantener la producción.

Reservas agotadas y producción intermitente

Desde el 7 de febrero, Villa Clara enfrenta una grave escasez de harina de trigo, lo que ha impedido la elaboración del pan que se distribuye a través de la libreta de abastecimiento.

Odel Dueñas, director de la Empresa Productora de Alimentos en la provincia, confirmó que las reservas están prácticamente en cero. Esto ha obligado a suspender la entrega regular del pan en las bodegas, priorizando solo sectores vulnerables.

El problema se hizo evidente a inicios de mes, cuando la provincia pasó varios días sin recibir harina. En respuesta, las autoridades han intentado racionar la distribución, asegurando primero el suministro a instituciones sociales y a niños pequeños. Aunque el abastecimiento se reanudó el 7 de febrero, sigue dependiendo enteramente de la producción del molino de Cienfuegos, que enfrenta sus propias dificultades.

Una logística frágil y dependiente

La harina que se muele en Cienfuegos se traslada de inmediato a Villa Clara para su uso inmediato, sin margen para crear reservas. Si el molino no logra producir lo necesario, el pan de la canasta básica se ve comprometido.

A esto se suman los apagones, que han alcanzado hasta 20 horas en algunos municipios, complicando aún más la producción. Según Dueñas, hay días en los que hay harina pero no electricidad para procesarla, y otros en los que sí hay corriente, pero falta la materia prima.

Alternativas improvisadas ante la crisis

Para paliar la situación, se han reactivado métodos tradicionales como hornos de leña y de “juje”, una solución que recuerda tiempos pasados de escasez extrema. Sin embargo, estas alternativas no garantizan una producción estable ni suficiente para la demanda.

La población expresa su preocupación ante la incertidumbre diaria sobre si habrá pan en las bodegas. Este problema no se limita a Villa Clara, sino que afecta a otras provincias del país, reflejando una crisis más profunda en la distribución de alimentos básicos.

La centralización de la producción y la falta de reservas estratégicas dejan en evidencia la fragilidad del sistema alimentario cubano. Sin soluciones sostenibles a largo plazo, la incertidumbre sobre productos esenciales, como el pan, continúa marcando la vida diaria de los ciudadanos.