¿Qué sabemos acerca de los vacunados que mueren por covid-19 en Cuba?

A principios de agosto, Directorio Cubano publicó una nota acerca de la letalidad del SARS-CoV-2 entre pacientes vacunados en La Habana. Las cifras, expuestas por el Ministerio de Salud Pública (MINSAP), apuntaban a una disminución del número de muertes en los municipios que habían completado las pautas de inmunización.

El organismo público hizo una comparativa que evidenciaba una tendencia a la baja en el mes de julio con respecto a junio. Todavía no se ha publicado una actualización de esos datos, al tiempo que se esperan los números a nivel nacional.

A pesar de las aclaraciones ofrecidas por las autoridades médicas, persiste el escepticismo entre los lectores y la población en general. No faltan anécdotas sobre un vecino, amigo o conocido que ya recibió todas las dosis de alguna de las vacunas cubanas y aún así su cuadro clínico desencadenó en severas complicaciones o una repentina muerte.

Más allá de los comentarios populares y las vivencias individuales, es imperativo realizar un breve análisis de los fundamentos científicos a disposición colectiva. Aunque se tiene acceso a la tasa exacta de letalidad entre los vacunados de este momento, es necesario alguna de las variables que intervienen en los decesos de los pacientes aparentemente inmunizados.

1. El por ciento de población vacunada continúa siendo bajo

La última actualización del MINSAP acerca de la campaña de vacunación en la Isla apunta a que se han inoculado cerca de 13 millones de dosis. Es importante recordar que en el caso de los productos biofarmacéuticos cubanos se requiere de tres dosis por individuo para garantizar la inmunidad anticovid. Esto arroja que en el país solo se ha vacunado, aproximadamente, el 36 por ciento de la población.

Otro dato revelador  fue ofrecido por los epidemiólogos recientemente. En la Mayor de las Antilla se ha iniciado la administración de vacunas en 58 de los 168 municipios existentes. De ellos, solo 24 han completado las tres pautas profilácticas.

Incluso en los territorios que concluyeron la entrega de dosis, no vacunaron a la totalidad de sus habitantes. Un ejemplo de ello es Isla de la Juventud donde se estima que solo un 62 por ciento de los pineros recibieron el mediamento.

2. Las vacunas no son instantáneas o mágicas

Los científicos desarrolladores tanto de Abdala como del protocolo compuesto por Soberana 02 (dos dosis) y Soberana Plus (una dosis) han explicado que las vacunas no desarrollan anticuerpos de manera inmediata. Se requiere de un mínimo de 14 días tras la última administración para encontrar un elevado nivel de respuesta en el organismo de las personas contra el SARS-CoV-2.

Los expertos también han expresado de forma somera que si una persona contrae el virus antes de transcurrido esa quincena, el organismo no está del todo preparado.

Además, los niveles de eficacia (por encima de 90 para ambas vacunas) fueron registrados durante los ensayos clínicos. Es decir, en un contexto en que los productos eran testados en personas sanas y en condiciones de elevada seguridad biológica. Ahora, las dos se enfrentan a diapasón mucho más amplio pues se adentran en una multiplicidad de organismos y las distintas capacidades de sus sistemas inmunológicos.

3. La variante Delta al acecho

El MINSAP también ha enfatizado que la variante Delta del SARS-CoV-2 tiene una elevada prevalencia en Cuba. La carga viral de esa variación es considerablemente más alta y solo requiere de cuatro días para su transmisión.

Su presencia en más de 140 países de todo el orbe ha puesto en riesgo la salud de millones de personas. Incluso entre aquellos inoculados con vacunas como Pfizer, Moderna o Sputnik V se han detectado altos valores de infección.

Por otro lado, es imperativo mencionar que esta publicación desconoce cuál es la cifra total de fallecidos relacionados con esa variante en la Isla.