El gobernador republicano de Texas, Greg Abbott cumplió la primera de las medidas que recientemente anunció para impedir la llegada de migrantes a su estado. En evidente antagonismo con las políticas de la administración del demócrata Joe Biden, el texano envió este miércoles a Washington un autobús con decenas de migrantes cubanos, venezolanos, nicaragüenses y colombianos.

Al llegar a las cercanías del edificio del Capitolio de los Estados Unidos, los migrantes se registraron con los funcionarios, quienes les cortaron las pulseras que llevaban puestas. Se ha indicado que cada autobús cuenta con los suministros necesarios para cubrir la distancia entre comunidades de Texas y Washington, DC, transportando hasta 40 personas.

Hace solo unos días Abbott había asegurado que “Los texanos exigen y merecen una estrategia agresiva e integral para asegurar nuestra frontera, no el liderazgo mediocre del presidente Biden”.

“A medida que el gobierno federal continúa revirtiendo las políticas de sentido común que alguna vez mantuvieron seguras a nuestras comunidades, nuestra policía local se ha esforzado para proteger a los tejanos de los delincuentes peligrosos, las drogas mortales y el contrabando ilegal que inunda el estado”, añadió el gobernador.

Texas contra la Casa Blanca

Para la Casa Blanca este plan es un «truco publicitario». El ejecutivo estadounidense decidió poner a las expulsiones del Título 42, y proceder a las deportaciones según los procedimientos existentes antes de la pandemia.

Ante esto Abbott anunció fuertes medidas para impedir la llegada de migrantes. Además de llevarlos a  Washington, DC, ordenó colocar cercas de alambre de púas en el Río Bravo, y patrullarlo con más embarcaciones para bloquear el paso.

Es muy posible que estas contradicciones sean analizadas judicialmente. Existe un precedente de 2012 en el que la Corte Suprema de Estados Unidos dictaminó que los estados no pueden elaborar sus propias políticas de inmigración.