Hoy, uno de cada 10 hogares estadounidenses declara que le falta lo suficiente para alimentarse correctamente, y la actual administración demócrata acelera una ambiciosa campaña de asistencia valorada en miles de millones de dólares.

Si bien la cara más visible es el aumento de los cupones de alimentos en más de mil millones de dólares mensuales, también contempla la asignación de un dólar diario a los niños necesitados para comprar refrigerios, la asignación de productos para mujeres embarazadas y menores de edad, un programa de alimentación de verano, y gran variedad de acciones legislativas y administrativas encaminadas a revertir la actual tendencia.

“Es un cambio profundo”, reconoce James P. Ziliak, economista especializado en programas de nutrición por la Universidad de Kentucky, y añade: “No hemos visto una expansión de la asistencia alimentaria de esta magnitud desde la fundación del programa moderno de cupones para alimentos en 1977”.

Si bien los dólares y las decisiones fluyen del Departamento de Agricultura, el tono lo ha establecido el presidente Biden, quien emitió una orden ejecutiva en enero pasado solicitando que “se solucione cuanto antes la creciente crisis del hambre en Estados Unidos” y como ejemplo de la situación actual lamentó las largas filas de automóviles que se han observado en los últimos meses para conseguir una caja de comida.

Siendo los hogares de afrodescendientes y latinos los más golpeados por la crisis actual, para los demócratas se trata no solo de dar una respuesta a las necesidades planteadas por la pandemia sino que lo ven como una campaña por la justicia social y racial.

“Esta crisis ha revelado cuán frágil es la vida económica de muchos estadounidenses y también las desigualdades de quién está luchando más”, dijo Stacy Dean del Departamento de Agricultura, quien además sostiene: “Es una imagen increíblemente dolorosa, y lo es aún más para las comunidades de color”.

Las escenas de los bancos de alimentos abarrotados han proporcionado algunas de las imágenes más deslumbrantes de la pandemia y han hecho que los problemas del hambre sean un foco de atención poco común. Una encuesta reciente de la Oficina del Censo encontró que, solo durante la semana anterior, el 8.4 por ciento de los adultos dijo que sus hogares “a veces” no tenían suficiente para comer y el 2.3 por ciento dijo que “a menudo”. Eso se traduce en 23 millones de adultos hambrientos.

Al igual que otras políticas que está aplicando la Casa Blanca, incluida una asignación infantil temporal que se espera que reduzca la pobreza infantil casi a la mitad, el esfuerzo por reducir el hambre refleja una nueva voluntad entre los demócratas de adoptar una identidad como luchadores contra la pobreza.

El esfuerzo de Biden marca un cambio brusco de la filosofía de la administración Trump, que buscaba reducir la elegibilidad para cupones de alimentos y expandir las reglas de trabajo.

Tomado de The New York Times.