Un cubano criticó en las redes sociales el elevado precio de un par de zapatos en una tienda estatal. La publicación la hizo en su perfil de Facebook, y la acompañó de una foto del artículo en cuestión.

Los zapatos, de cuestionable acabado y presencia, tienen un costo de $2190 pesos cubanos. Esa cifra supera el valor de la pensión que reciben la mayoría de los jubilados en el país, y se halla igualmente por encima del salario mínimo establecido por el gobierno. 

“Alguien que conozca de economía, fíjese que digo, “que conozca”, tal vez pudiera explicar el motivo por el cual, un par de zapatos como estos, tiene ese precio”, comienza la publicación del usuario que se identifica como Pedro Cuba.

“Yo, trabajador activo, con título universitario, y un poquito más, aunque nada sé, puedo decir que para alcanzarlos, debo, por lo menos,  recibir un poco más de 18 euros en  una tarjeta para que, al cambio estatal, pueda llegar a comprarlos”, añade.

Zapatos a precios exorbitantes en Cuba

Pedro Cuba, cercano a posiciones oficiales por otras publicaciones de su muro, prosigue sus cuestionamientos asegurando que no se trata de una queja. Según él es una reflexión cuyo destinatario, aunque no lo dice directamente, son los representantes gubernamentales. 

Se pregunta entonces si el costo de producción de esos zapatos sin marca reconocida se corresponde con el precio. 

“Pregunto a quien conozca, si lo que encarece el zapato es: 

1- Pura especulación.

2- El salario de los trabajadores  que lo producen  más, el del séquito administrativo  que percibe mucho más y de paso, se beneficia de las utilidades.

3- Si es búsqueda de ganancias a toda costa y a todo costo para cumplir un plan.

4- Si es que la vida está muy cara y el precio se calcula tomando como referencia la libra (no la esterlina) sino la de malanga, de carne de cerdo, etc”.

El texto en Facebook termina con la afirmación de que “hay que ordenar muchas cosas”, una tarea que deben encabezar líderes que al menos él, no ve. 

“Decir “la batalla es del pueblo” como si el pueblo fuera el otro, el que es independiente del dirigente…es fomentar malestar y no resolver absolutamente nada, es alejarse del problema, es lavarse las manos, es sembrar desconfianza, es contrarrevolución”, concluye Pedro Cuba.