Aplican 8 mil pesos de multa a cuentapropista en La Habana por vender “mangos podridos”

Inspectores de La Habana aplicaron este fin de semana una multa de 8 mil pesos cubanos a un vendedor cuentapropista en una calle de la capital cubana por estar vendiendo productos de pésima calidad al consumidor, según un reporte divulgado por la prensa estatal, Tribuna de La Habana.

En dicho reporte, detallan que fue en un puesto de La Habana Vieja, donde se detectó a un vendedor, un carretillero, que estaba vendiendo mangos podridos y mazorcas de maíz sin granos, esta última a 25 pesos cada mazorca casi vacía. El resto de los productos, como la frutambomba, tampoco es que tuvieran muy buena calidad, aunque el mango y el maíz, ya fueran la “gota que colmó la copa”.

“Al amparo del Decreto 30 de los inspectores, el grupo que participó en la acción notificó al infractor con una cuantía de $8000.00 CUP y la obligación de cese inmediato de la venta”, precisaron.

Multas a cuentapropistas y carretilleros en La Habana

Además, según la oficialidad, los vendedores o carretilleros tienen la misma obligación que el resto de los trabajadores del sector alimentario, que es la de respetar a los consumidores y vender productos de calidad. Esto llamó la atención, porque desde el estado tampoco es que vendan alimentos de muy buena factura, señalaron usuarios en redes.

“Se está convirtiendo en norma vender productos podridos. En 27 y A, Vedado vayan a ver guayabas podridas a 20 pesos la libra. Las cebollas y ajos pasan de un año para otro porque no se agotan por lo caros que están y así un gran etc”, comentó un residente capitalino en el artículo.

Agregó que “la única forma de acabar con esa inflación es que el estado intervenga, como en China. El estado tiene su tarima con productos y fija su precio y los privados si quieren vender, pues por ese precio o menos”.

Otra persona insistió en que estas “cosas vienen sucediendo desde hace un buen tiempo y no solo lo vemos con los particulares, donde más se puede apreciar es en el sector estatal de las placitas, donde prefieren botar el producto echado a perder que venderlo con un precio inferior por el deterioro”.