Si este año el precio del azúcar en Cuba estuvo por los cielos, el 2023 será peor, debido a incumplimientos en la zafra “corta” y el alcance limitado de las medidas tomadas por el grupo estatal encargado de la producción azucarera (Azcuba), según reconoció la prensa oficial.

El propio presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez admitió en reunión con los ministros y funcionarios del sector que desde el 2012, en Cuba no se cumple la zafra azucarera y que “cada día los centrales producen menos azúcar”. 

En 2009, por ejemplo, la producción de azúcar se desplomó para un registro de solo 1,1 millones de toneladas, aunque lo más crítico aún está por llegar. La cosecha 2021-2022 fue la peor de la historia desde el año 1908 con apenas un cumplimiento del 52 % del plan. 

La meta entonces era de 911 mil toneladas, de acuerdo con los objetivos presentados por el Ministerio de Economía y Planificación. La zafra de este año arrancó con 13 centrales menos que en 2021 y, de los de los 35 que participaron, apenas tres cumplieron sus planes.

FALTANTE DE AZÚCAR EN CUBA, PÉSIMA ZAFRA 

A pesar de que el azúcar ha escaseado como nunca antes en los últimos meses, los directivos de Azcuba precisaron en la reunión que la zafra resulta una actividad prioritaria del país para “obtener derivados de esa producción, como alimento animal, alcoholes y mieles que permitan un plan de exportaciones en dependencia de los precios en el mercado”. 

Estas declaraciones de Julio García Pérez, presidente del grupo, revelan por lo claro que están más preocupados por el detrimento de las exportaciones que por perjudicar el consumo de la población. 

Hace más de cinco meses que no se recibe la cantidad total de azúcar normada por la libreta de abastecimiento. El producto tampoco se encuentra a la venta “por la libre” en ningún establecimiento en pesos cubanos y ni siquiera en las tiendas por moneda libremente convertible. 

Además de la falta de trabajadores en las industrias, la zafra del siguiente período se verá afectada por otras situaciones como el mal estado de caminos y carreteras, agravado por el déficit de combustible y financiamiento para su reparación, los apagones, el bajo rendimiento agrícola de la caña y la obsolescencia de maquinarias y equipos de los centrales.